Publicado en www.deia.eus
A estas alturas de la era digital, es rutinario hablar de interrupciones, dificultades para mantener una conversación fluida con un amigo o amiga, o la molestia del ruido ambiental de los dispositivos móviles. Todos ya damos por hecho que recibir un whatsapp o un correo electrónico, en cualquier momento de la semana, produce cierta sensación de inmediatez en la respuesta. Pero vamos madurando. Nos estamos haciendo digitalmente mayores.
Este pasado 10 de octubre, celebrábamos el Día Mundial de la Salud Mental. Un día en el que tampoco nos desconectamos digitalmente. A medida que Internet crecía alrededor nuestro, la OMS, comenzaba a preocuparse por sus efectos en nuestra salud.
Un amplio abanico de investigadores de todo el mundo llevan años buscando los fenómenos que están naciendo y evolucionando fruto de la conexión permanente en la que nos hemos envuelto: el síndrome de la llamada fantasma (¿será mi móvil el que suena?), la nomophobia (no-mobile phobia, no tener acceso al móvil, que emerge especialmente en vuelos largos, por ejemplo), desorientaciones y mareos al navegar por determinados entornos digitales, la depresión por no recibir notificaciones en redes sociales, el llamado efecto Google (para qué memorizar algo, si siempre lo tendré disponible), etc. Un largo etcétera, de hecho.
Y es que no son pocos los efectos que nos ha traído la capacidad de comunicación permanente que tenemos en nuestros dispositivos móviles. Muchos de estos fenómenos ya existían; ahora se han acelerado.
Legislación
Tal es así que estos últimos días en el Congreso de los Diputados se ha estado tramitando la nueva Ley Orgánica de Protección de Datos y de Garantía de Derechos Digitales. Incorpora en su redacción el reconocimiento al llamado derecho a la desconexión digital, que dice explícitamente: "Los trabajadores y los empleados públicos tendrán derecho a la desconexión digital a fin de garantizar, fuera del tiempo de trabajo legal o convencionalmente establecido, el respeto de su tiempo de descanso, permisos y vacaciones, así como de su intimidad personal o familiar".
La Comisión de Justicia del Congreso la ha aprobado por unanimidad. Parece que en estos asuntos no hay colores políticos. Ninguna empresa u organización podrá solicitar a sus empleados que miren un email urgente si éste es enviado fuera del horario laboral. Es más, contempla también que las empresas elaboren un procedimiento para el ejercicio de este derecho, así como formaciones internas que sensibilicen ante el uso razonable de las tecnologías digitales de la información y la comunicación. Parece una buena idea normalizar y recoger normativamente una realidad que ya dábamos por natural, como decíamos al comienzo. Grandes empresas de España ya ofrecían estos derechos, aspecto que ahora se va a generalizar para todas. Francia, lleva ya meses con este nuevo derecho. En Alemania, son numerosas las empresas que también lo tienen.
Según una encuesta realizada por Deloitte en 2015, el 71% de los directivos mira su correo electrónico fuera del horario laboral. En ese mismo informe, se recogía otro aspecto preocupante: el 76% lejos de mostrar su felicidad por esta atención y "conexión permanente", señalaba el impacto negativo que producía en sus vidas personales. Según otro estudio de Adecco, el 60,3% de los trabajadores reconoce atender llamadas de trabajo fuera del horario y un 51,5%, hacerlo con el correo electrónico. Es lógico pensar que un país se preocupe así por el bienestar de la ciudadanía.
Cuando lleguemos a una organización, quizás sea buena idea preguntar por las normas de uso de los recursos TIC que tenga. Igualmente, pronto también será habitual preguntar por el procedimiento para ejercer la desconexión digital. Podría, por ejemplo, estar prohibido llevarse el correo electrónico del trabajo a casa. E, igualmente, nos apuntaremos a cursos de sensibilización que nos invitarán a hacer un uso moderado de estas herramientas de aceleración de la comunicación y la información.
Pero es todavía más lógico que nosotros y nosotras conozcamos esto. Por tu salud, quizás sea bueno que pienses en tu desconexión. Piensa que dentro de cien años, se escribirán cientos de libros sobre lo que vivimos ante esta era de transformación social.
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